Estimula y acelera el ciclo vegetativo de las plantas.
El suelo conserva mejor la humedad, disminuyendo la necesidad de riego y amortiguando los cambios de temperatura (provocados por la acción directa del sol sobre las macetas).
Aumenta la permeabilidad del suelo y su estructura, mejorando la exploración de las raices y su anclaje.
Funciona como una fuente constante de fertilización y nutrición mediante la liberación gradual y prolongada de macronutrientes.